Todo ha partido del espacio, de los muros y pilares de la galeria, con todas sus huellas, los vestigios, los restos de otras instalaciones inscritas y grabadas en la materia de la pared, el yeso y la masilla. Lo contrario de las habituales paredes blancas impólutas de los «white cubes» a los que tienden en general las galerias, esos espacios con muros neutros, tan normativos, que crean fronteras tanto formales como de sentido. Lo curioso es que todos esas marcas y trazas en el espacio de Formato me parecían al final tremendamente «estéticas», con esas huellas del tiempo asi «fijadas» y magnificadas. Paralelamente a todo ello està el contexto social y temporal en el que estamos inmersos, él mismo repleto de ansiedad: el sentimiento de urgencia, de estado de alerta y de tensión que acompaña nuestras vidas de ciudadanos europeos del sur, la enorme crisis de representación politica que vivimos y que parece agravarse cada vez mas, la sumisión total de las economias nacionales y sus gobiernos al capital financiero internacional, la destrucción progresiva del entorno y los recursos naturales, …
Estas consideraciones me han llevado a pensar en una intervenciòn a escala del espacio de la galeria, un «collage mural» que la ocupe globalmente. Y que se encuentre por definición incompleto, en suspenso, inacabado, tomando este inacabar como una acción, una invitación a continuar.De este modo hojas y planos de plásticos de distintos colores, translúcidos y opacos, se combinan con imágenes en blanco y negro sobre papel vegetal, papeles y frases cortas en las distintas paredes del espacio. El resultado es una composición espontánea y sin punto focal determinado que necesita la participación activa del espectador para completarla y apropiársela, y que tiende a subrayar así el carácter irresuelto, fragmentario que conlleva toda experiencia estética, todo acto artístico hoy dia. El «collage» tiende de este modo a devenir un dispositivo para el pensamiento, una manera de pensar, como lo es el montaje en el lenguaje cinematogràfico.