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emparedar la pintura /04

Emparedar la pintura

publicado en Pintar sense pintar, Centre d’art la Panera 2005

Definiciòn

Dos soportes comùnmente utilizados para pintar (madera, contraplacado, tela, pared,…) encierran una capa de pintura monocroma que cubre toda la superficie. Dicha pintura es visible solamente por sus desbordamientos laterales.

Las pinturas emparedadas son pinturas monocromas que permanecen invisibles, que se niegan a la visiòn frontal tradicional de la pintura. Este trabajo lo inicié en 1993 y surgiò como respuesta a una serie de interrogantes que en esa época me acuciaban. Es posible realizar una pintura que no conlleve una imagen, que escape a su tendencia natural a figurar, de convertirse en imagen ? Una expresiòn pictòrica que, sin caer en la mancha o el gesto, reivindique su mera materialidad y que, al mismo tiempo, esa materialidad no se convierta en expresiòn trascendental de una autonomìa del proprio espacio pictòrico ? Que sòlo sea pintura depositada sobre una superficie ?

En estos primeros ensayos mi intenciòn era realizar una pintura sin sujeto, sin calidades, sin emociones ni afectos. Unas obras basadas intrìnsecamente en su existencia material y que no tuvieran ninguna voluntad de representaciòn. Ademàs, el hecho de ocultar la pintura, de sustraerla del campo convencional de la visiòn exigia, por parte del espectador, un esfuerzo mental, y de este modo abrir la posibilidad de otra forma de percepciòn.

Al componerlas me di cuenta de que esa parte irreducible de la pintura, esa materialidad, se afirmaba como sujeto de una pintura que era y permanecìa en la esfera de lo virtual. Lo que al principio fue un gesto en contra de la imagen se convirtiò en la prueba de su persistencia material. Dicha prueba no se afirmaba como una imposibilidad de continuar creando pinturas o cuadros, o como un episodio màs dentro de la larga serie de gestos iconoclastas destinados a acabar de una vez por todas con la pintura. Dentro de la negatividad que tales pinturas mostraban, paradòjicamente, se contemplaba al mismo tiempo la posibilidad de continuar con la pintura.

Paralelamente empezé a desarrollar distintas series : la pinturas de gotas, las pieles, las pinturas apiladas, las pinturas ready-made, las pinturas murales,… En todas ellas lo que trataba de aislar o explorar de forma preferente consistia en uno de esos elementos esenciales de la pintura. Gracias a procedimientos que situaban a distancia todo lo que podìa considerarse expresivo o creador de un estilo, trataba y trato de implicar activamente al espectador para que reconstruya mentalmente las operaciones que han generado las pinturas. Emparedar, cortar, agujerear (soportes y la propia pintura) son acciones que cuestionan nuestra relaciòn con el objeto pictòrico, con su frontalidad, con la relaciòn que la pintura establece con la mirada. Si no se tienen en cuenta estas acciones y su significado dentro de la elaboraciòn de un discurso a través de la pràctica, mi trabajo se convierte en una sucesiòn incongruente de monocromos.

Abordar de tal manera la pràctica de la pintura es un intento de oponer un poco de resistencia a su inevitable reificaciòn en el seno del circuito artìstico. En el reino sin contrapartida del Espectàculo toda pintura es ya una pintura de una pintura, una imagen de una imagen. Su circulaciòn no hace màs que acentuar su caràcter de ready made inherente a cualquer producciòn visual contemporànea. Las pinturas emparedadas son, de alguna manera, una tentativa de continuar pensando en la posibilidad de la pintura frente a una situaciòn tal.

2004